Soy una mujer afortunada (en algunos terrenos más que en otros, no nos engañemos), pero resulta que uno de mis mejores amigos Joan Baluda – de aquellos que se cuentan con los dedos de una mano – es también mi fuente de inspiración cuando a nivel laboral necesito otro punto de vista, hablar, compartir experiencias o celebrar éxitos.

Como dice en su libro “En cien años todos muertos”, el estado anímico de los emprendedores, como él y como yo, es una montaña rusa. Ahora estás arriba y en cuestión de horas, días o minutos estás abajo. Para estos momentos tengo la gran suerte de tenerlo cerca. Vamos a hacer un café, hablamos, nos escuchamos y la vida se vuelve mucho más sencilla.

Hace poco, me regaló su libro debidamente dedicado con cuatro palabras que me emocionan. Cuando lo leo es como si lo escuchara hablar porque sabe transmitir a través de la escritura lo mismo que hablando: pasión por lo que explica. Y esto, amigos míos, cuesta encontrarlo.

No fue fácil pero dejé de lado todo mi aprecio y admiración que siento hacia él y leí el libro con la máxima objetividad posible. Y es bueno, muy bueno.

No es un manual de emprenedoría ni un libro de autoayuda, ni nada por el estilo, sino una conversación donde los emprendedores seguro que se sienten identificados.

Al largo de la lectura, sonríes, aprendes y dejas de leer para hacer alguna anotación – ya que las ideas no paran de brotar -, retomas la lectura y vuelves a sonreír.

¡Qué grande eres, Joan Boluda, qué grande! Gracias por tanto 🙂